viernes, 9 de noviembre de 2007

La mierda metafísica (segunda parte)

La vida es una magnífica representación teatral. Los distintos personajes se van encontrando en el vasto escenario que ofrece la colosal obra - el productor de la puesta en escena ha reconocido la muerte de Dios y nos ofrece una auténtica libertad en la forma de un universo que tiene la posibilidad de asombrarnos con su maravillosa atomicidad y devenir cósmico.
Desde el aspecto microscópico hasta el macroscópico, y hasta remontarnos a aquellas realidades que ni siquiera podemos pensar, - pues somos a penas un punto en la infinita inmensidad incomprehensible - en todos los niveles los diálogos de los actores se encuentran improvisados pues el futuro es meramente probable, y lo único eterno y verdadero es el siempre-presente pues el pasado ya no es más que memoria; y el futuro aun está por suceder sin encontrarse escrito en las estrellas. Y aunque estuviese escrito en las estrellas ¿cómo sería posible leerlas todas?
La Tierra, saltando a un nivel de perspectiva fuera del escenario de la vida cotidiana, es también un punto en el infinito. ¡Cuántas realidades no habrá! ¡Infinitos mundos posibles sin Leibniz asegurando que éste es el mejor posible! Qué aburrición sería si las cosas siempre fueran las mejores posibles, pues, ¿dónde cabría el error para llegar a la verdad? Es muy fácil pensar que la sombra es una proyección por efecto de la luz, pero sin sombra la Verdad nos carbonizaría.

Afortunadamente donde hay la una, hay la otra; donde hay uno hay dos.

Multiplicidad de verdades y multiplicidad de sombras entre las cuales esconderse de las imponentes luces, o cual celota de la verdad, inmolarse en uno de esos focos para no tener que volver a pasar vergüenza alguna pues en la sombra las cosas se confunden cuan colores perdidos en la noche o quizá cuan borrosas siluetas perdidas en la niebla, tan etéreas e insondeables. Pero ¿no es acaso la Verdad igual de inasequible? La Verdad se encuentra en el punto máximo de un rango, pero nunca puede uno llegar a tal punto, tan sólo se alcanza una probabilidad. Las semiverdades son todos los demás puntos posibles del rango, de los cuales sólo podemos tomar uno, tal vez dos, sin tener miedo a que resulte en una racionalización de elementos mutuamente excluyentes, lo cual es por supuesto, una contradicción.

En el último episodio el teólogo, ayudado por el periodista, había triunfado sobre el científico quien yace inconsciente y ridiculizado en el suelo. Nuestro anti-héroe contemplativo no alzó falange alguna por el científico, pero tampoco aprobaba la victoria de la alianza. De hecho no aprueba victoria alguna, todas le parecen verdades contingentes.
Pensó entonces en iniciar su método subrepticio y vil, ambas sinónimos de socrático; caminó lentamente hacia el teólogo, investido de un semblante estoico y rodeado por un aura sofística, y viéndole fijamente a los ojos le preguntó por Dios. El teólogo respondió a su mirada con una expresión piadosa y le respondió acerca de la naturaleza de Dios - aquella substancia que es por sí misma siempre. Le comentó que, en efecto, su hipótesis no se contradecía, hay una necesidad y consecuencialidad lógicas inquebrantables en su argumento, pero que le sucedía lo mismo que al científico, quién no podía experimentar con Dios para comprobar su existencia y menos aún sus atributos fuera de un campo de batalla silogístico. El teólogo no se ofendió tanto como con el científico pues no sentía ninguna navaja de Ockham de por medio más bien observando una naturaleza un tanto latosa pero menos dogmática, por lo que no acabo en lío alguno.
El periodista, al notar la actitud pacífica del teólogo ante los cuestionamientos del anti-héroe rápidamente hizo cambiar su faz de tonalidad - su corazón latía furiosamente y algunas venas del cuello se le saltaban...se trata de una inversión de los papeles en el guión. En otros tiempos, más admirables, el filósofo hubiera sido el depredador natural del periodista, pero hoy en día es lo contrario...el periodista ha desarrollado una fraseología más temeraría que la hegeliana y puede despacharse al filósofo en un par de plumazos, y respaldado por una falacia de autoridad ayudada mediante una imprenta y apoyada por un público amplísimo al cual el periodista puede acceder debido a que trabaja para un instrumento de manipulación masivo también conocido como el periódico - como depredador sigue siendo patético ante las artimañas del dialéctico pero ante un tribunal el filósofo acaba representando la tragedia socrática cuyo clímax es la ingesta de la cicuta.
Por supuesto que el filósofo despóticamente llamará al público del periodista por el término despectivo de vulgo (in lingua franca : dóxa) pero ¡cuán vanas son las palabras cuando se encuentre perseguido por una muchedumbre que clama por su sangre! Nuestro anti-héroe entonces deberá ser más cauto y más práctico. Entonces se acerca y le dice al periodista - ¿Por qué esa expresión facial? ¿Te he molestado al dirigirle unas palabras a tu aliado?

- No son tus palabras exactamente las que me molestan. Lo que me molesta es tu forma de pensar las cosas, tus críticas, tu método sofístico. Yo escribo noticias acerca de aquello que importa, aquello que se encuentra en boca de todos. No hablo con las personas para hacerles caer en trampas, en contradicciones. No les ridiculizo tras victimizarles con migrañas producto de tramas psicológicas que justificas como dolores de parto. Tampoco les juzgo ni les hago pensar situaciones absurdas tras mofarme de ellos. ¡No sé como puedes esperar que te paguen por ayudarles a sufrir! Yo soy un verdadero profesionista ¿qué mejor que hacer saber lo que pasa en el mundo? ¿Qué profesión más noble que la de aquellos valientes periodistas que se atreven a reportar desde el frente en una situación de guerra? ¡Tú eres un cobarde que se esconde tras vestigios ancestrales que haces pasar por sabiduría!

Entonces fué que el filósofo se dió cuenta del plan del periodista - no buscaría golpearle como al hombre de ciencia, buscaría derrotarle en su campo de batalla preferido - la dialéctica y la sofistería.

- ¡Cuánta razón brota de tu boca! En efecto mi método es sofístico pues no creo poder llegar a la verdad pero si creo poder generar incertidumbre en mi interlocutor para ver de qué forma plantea las preguntas y mostrarle la forma correcta de razonar empezando por hacer preguntas que valgan la pena. También tienes razón en cuanto a mi sadismo intelectual pues no veo mejor forma de aflorar algo que valga la pena si no hay dolor, si no hay pérdida, de lo contrario ¿cómo valorar la ganancia? Pero no te engañes, aquello que busco que pierdan son cosas justamente sin valor alguno, como tus noticias, que solo turban el alma de las personas con sensacionalismo. Lo que tu buscas justamente es explotar el morbo de las personas y su curiosidad por el chisme, por la farándula, por cosas que no valen la pena. ¡Cuánta materia gris ocupada en nimiedades! Llevado al contexto actual, el gran Aristóteles se equivocó al decir que todos los hombres aspiran al conocimiento. Claro. ¡Quieren conocer a las estrellas terrenales! ¡Prefieren mirar al televisor que contemplar las magníficas noches pobladas de las verdaderas estrellas! Y una vez acabada su pasión por el chisme y la vida de los famosos, son sujetos por el morbo y degustan tele-visiones de personas cuyas aldeas se han inundado. ¿Dices ayudar a la humanidad? ¡Deja la pluma y nada en su rescate! Pero claro, te escudarás diciendo que eres periodista y no salvavidas. También es inválido que juzgue lo que dices tras haberte envenenado por no salvar a las personas - lo que haces me parece detestable pues hablas de cosas que no tienen auténtica repercusión en el mundo. Hablas de fenómenos sociales y tienes la osadía de vender malas descripciones. Eres miembro de la única especie que no se conforma con traficar con todas las demás especies, incluída ella misma. La misma especie que trafica agua, suelo y que pronto comenzará a traficar con el mismísimo aire. Y no conforme a todo lo anterior también ¡osas traficar con pseudoinformación! ¿Acaso es que no te arrepientes de tu hedionda condición de ser parte de la peor de las plagas y de tu enfermedad periódica?

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